miércoles, 4 de agosto de 2010

De lo Sublime y la Degradación



La cámara va cerrando plano entretanto una silueta va tomando forma. Conforme la distancia entre cámara y figura disminuye se define el rostro de nuestro protagonista. Podemos adivinar por encima de cualquier otro rasgo una amigable sonrisa que invita al acercamiento. A continuación un grito inunda la escena. La cámara que se mimetiza directamente con el observador va cayendo dejando ver una cuerda tensa entre ambas manos y ya no sonríe.

Decididamente no podría ganarme la vida como guionista. Torpemente acabo de describir una escena que cualquier amateur del género bordaría sin lugar a dudas. Pero probablemente sí he conseguido trasladar el mensaje.

¿Qué produce más miedo, un plató bañado de sangre y casquería producto de algún despropósito sádico o la visión desconcertante de un bebé que al sonreír muestra una dentadura completa y bien formada?. ¿Una mano amenazante que cae veloz atravesando el plano, desapareciendo en escorzo y ya fundida la pantalla en negro se oye un lamento de dolor o la visión directa del golpe que se adivina con el destrozo consiguiente?.

Hemos caído tanto en el detalle que los árboles no nos dejan ver el bosque. Lo secundario cobra el papel protagonista. No hay lugar a la imaginación. La Ventana Indiscreta de Hitchcock es una obra cumbre del cine de intriga. El maestro se manejó como ninguno en el arte de contar sin mostrar más de lo necesario dejando trabajar al espectador que irremediablemente se integra como parte activa de la acción.

Sólo tienes que echar un vistazo a la cartelera de cine. Da igual, la de esta semana, la de hace dos... la que quieras. Abundan guiones insulsos, repetitivos y con una importante falta de imaginación. Hasta para repetir o hacer cover de una cinta es necesaria la inventiva y la genialidad.



Habrás deducido y estás en lo cierto que estos días he estado repasando algunos clásicos de Alfred Hitchcock. Cómo el rey del suspense lo dice todo sin decir nada al tiempo. Cómo deja el plano abierto para que navegues por un mar de dudas. Cómo te prepara para un final que ingenuos de nosotros creímos pillarle a las primeras de cambio. Qué arte el del Séptimo Arte de este hombre.

El erotismo es sublime; la pornografía degradación. Y hemos traspasado esa peligrosa línea. En todo los ámbitos de la vida ajetreada de esta apenas recién inaugurada centuria. La televisión también es una muestra de ello. Abundan las amorfas formas morales de juguetes rotos que han caído y seguirán cayendo en el abismo de la mal entendida naturalidad.

Ahora se sabe todo lo que hay detrás de una cámara en el plató de televisión donde se emite el programa estrella de tal o cual cadena. Verduras y verduleras, princesadas y princesas de reinos en decadencia moral en una televisión que es la imagen viva de la sociedad que la consume. Poco hay que salvar en ella. ¡Qué buena oportunidad estamos empezando a perder con la tv digital de la que tanto se esperaba!.

Menos mal que siempre nos quedará la radio, un buen libro, una tertulia entre amigos, una mochila que echarse al hombro y descubrir nuevos paraísos o volver a visitar los descubiertos, una mirada cómplice que no necesite más detalles para adivinarle intenciones... Quizá tras ello y sólo así también tengamos nuestro propio París.


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