lunes, 3 de enero de 2011

The Church, El Culto de la Música


En plena fiebre de los ochenta, esa década tan denostada por unos y con la misma fuerza adorada por otros, surgió un cuarteto en Australia que vino a demostrar, como otros, que no todo era sintetizadores y programaciones secuenciadas, y si lo eran existían formas de combinarlos magistralmente y obtener el mismo o más éxito.

Y a veces las palabras sobran si no fuera porque es preciso conformar un contexto para hacerse eso que hemos dado en llamar conocimiento de causa.

Tres chavales en 1980 en su Sydney natal decidieron poner un poco de elegancia guitarrera a la fría fórmula en serie que empezaba a adueñarse del panorama musical mundial. Emergieron con todo el sabor de post-punk de la segunda mitad de los gloriosos setenta.

En aquel tiempo el inicial terceto, posterior cuarteto, hizo suya la idea Beatles de combinar la sugerente simplicidad de la guitarra, el bajo y la batería con hermosas armonías que en el caso de The Church se definió como neopsicodelia, es sólo un nombre como tal limitado.

De pronto la fórmula empezó a funcionar como un movimiento minimalista que fue cogiendo brío en toda Australia. Los ecos llegaron a EE.UU. y allí la todo poderosa Warner Bros. de entonces les quiso producir su álbum mejor en 1986, Starfish.

Una obra maestra que jamás llegaron a superar después. En ella lo dicho, atmósferas elegantes, guitarras precisas y muy timbradas y un halo mistérico que adornó un sonido impecable, agradable y muy seductor. De entre los temas del disco destacó el mágico Under The Milky Way. Si lo escuchas no te desharás de él jamás.


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