domingo, 8 de noviembre de 2009

Dos por Uno del Muro

Quién dijo que la música no sabe inmiscuirse en celebraciones de todo tipo. Activamente y en muchos casos de forma pasiva se la ha vinculado en acontecimientos históricos que ha venido a rubricar con sus notas sin reparo alguno -notas de todo tipo, incluso las de Tom Waits cuando a su piano le daba por beber-.

A veces muy indicadamente, otras, la verdad, mejor en casita y la puerta cerrada la música siempre ha estado ahí. Desde los desfiles callejeros del día de Puerto Rico en la Gran Manzana que inspiró al mismo Neil Diamond en su álbum Beautiful Noise, hasta las elucubraciones lisérgicas de bandas de rock como los desparecidos Nirvana de Kurt Cobain.

Hagamos alusión al primer caso esta vez. La música como celebración, que en definitiva como elemento lúdico que es brilla por sí sola.

En la madrugada del 8 al 9 de noviembre de 1989 un hecho histórico cambió el transcurso de la Alemania de post guerra más áspera. El famoso Muro de la Vergüenza, Muro de Berlín, Muro de Protección Antifascista, etc., caía desplomado después de 28 años de mirar a otro lado. El lado oriental que quedó aislado al mundo.

Aquella noche recuerdo como asistí atónito a través de la tv a tamaño acontecimiento. Sí, porque yo anhelé que el tiempo definitivamente redujera a la nada aquel vergonzante episodio de nuestra historia más oscura. Pero no ha sido así. El muro no está pero sí su sombra. El mundo no aprende ni lo hará jamás.

En fin, a lo que vamos. Que años antes el grupo de rock psicodélico, más tarde progresivo y sinfónico Pink Floyd había imaginado un disco, casi una opera rock que tres años más tarde, 1982, se llevó al cine, llamado The Wall.

Nada tenía que ver con ese otro muro alemán pero aún así el tema central del álbum Another Brick In The Wall se convirtió en un icono de ese acontecimiento. Siquiera fuera por las analogías que en la historia de los Floyd se encontraron. Trata de una rutilante estrella del rock que construye un muro simulado a base de ladrillos, cada uno convertido en metáforas sórdidas de su propia decadencia como persona precipitadas por la trágica muerte de su padre en la Segunda Guerra Mundial, rígida educación británica, fantasías autodestructivas de una estrella del rock, etc.

Tampoco le faltó tiempo a la banda en sus conciertos para recrear el álbum inmerso en ese episodio herencia nazi. El espectáculo era todo un acontecimiento internacional. No se escatimaba en medios técnicos en tanto al sonido como a la imagen.

He encontrado una coqueta versión de ese tema rock de Roger Waters y David Gilmour de parte de una banda de Los Angeles de California de sonido electrónico y Lounge que no tiene parangón. Se llaman Supreme Beings Of Leisure y nacieron curiosamente en el año 1989. Ahí te los dejo. También el original para los que gustan de lo clásico.





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