viernes, 3 de octubre de 2008

El fin 'no' justifica los medios

Nos ponemos en situación. Carretera comarcal, tres de la tarde y a pleno sol. Sol de otoño pero aún con intensidad. De pronto en una incorporación a la comarcal un automóvil realiza su maniobra para acceder a la misma proveniente de la localidad aneja.

La incorporación no es fácil habida cuenta de lo limitado de la visibilidad del cruce que forma la intersección. Aún así éste comienza su giro y cuando casi ha terminado otro vehículo se acerca advirtiendo la situación. La frenada para evitar la colisión es majestuosa. Pero la vía principal tiene limitada la velocidad a 50 Kms/h. Por tanto hay que sospechar que el conductor sorprendido ha debido asustarse o sencillamente sobrepasaba en ese momento la velocidad permitida. Matando moscas a cañonazos.

Afortunadamente no ocurre nada. El tráfico rodado sigue su marcha. Pero se observa como el vehículo que ha realizado la frenada defensiva da la vuelta y comienza a perseguir a su antagonista rutero hasta darle alcance. Se sitúa delante de su objetivo, saltando la línea continua y todo, y en plena calzada detiene su vehículo provocando la propia del anterior a quien seguramente, y en el mejor de los casos, va a propinar una sonora reprimenda.

Es fácil visualizar la escena. Tras ellos toda una larga cola de coches que sorprendida de repente y en plena calzada por dos vehículos poco menos que allí plantados sin más y en una vía con tráfico habitual, en fin, que hemos de realizar una parada de emergencia, con lo cual se podría haber provocado algo mayor. Lo que ya era definitivamente rocambolesco es que a pocos metros una gasolinera presentaba un escenario ideal para dirimir diferencias de tráfico.

Así es la vida. Está claro que Maquiavelo se volvió a equivocar. Por si acaso continué mi marcha y de repente me apeteció subir el volumen de mi radio cd y allí estaba él, Bobby Mcferrin y su "Don't Worry, Be Happy". Pues eso.

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