domingo, 25 de enero de 2009

Flamenco que te quiero Pop


Es cierto que vivimos en un mundo en el que las fronteras han empezado a desaparecer. Bien por la fuerza de la razón política o por la más importante y enriquecedora, la cultural. Los medios de transporte alivian las distancias físicas en un mundo que se nos antoja inmediato. Los multimedia ni te cuento.

¿Cómo se beneficia la música de todo este intercambio que la cercanía genera?. Entiendo que es la manifestación cultural más espontánea. El intercambio de texturas de sonido autóctonas abre su rico acerbo ancestral creando nuevas mixturas que en algunos casos resultan tremendamente sugerentes. A pesar de que los inmovilistas quieran ver una catástrofe identitaria en todo ello.

Quiero referirme al flamenco. Según la ortodoxia éste es como es, una tradición que tal cual debe permanecer fiel y aislada de toda influencia. A veces se olvida que el quejío erizante de este soberbio cante hunde sus raíces en el folclore árabe.

Ya lo hizo Juan Peña "El Lebrijano" cuando introdujo por primera vez el mundo sinfónico en el flamenco. Llegó a grabar incluso con la Orquesta Sinfónica de Tánger sacando a la luz las raíces árabes del flamenco. No pocas críticas obtuvo por ello desde el lado más conservador. Pero allí surgían sonidos tan familiares como novedosos. ¡Qué magia!.

A partir de aquí el camino quedaba abierto y libre para quién quisiera andarlo. Y así fue. Combinaciones sabias y espontáneas de todo tipo añadieron nuevas fórmulas creativas partiendo de una base indisoluble y espléndida que a su vez se enriquecían mutuamente ganando más y más adeptos. Pongamos por ejemplo a Ketama.

Pero también podemos añadir a la lista a José Mercé que desde Jerez de la Frontera (Cádiz) introdujo versiones de clásicos de la música popular como el famoso Te recuerdo Amanda. Su cante jondo dotó de una nueva dimensión a este clásico latino americano uniendo culturas.

Y por no extenderme más ahí os dejo a dos ejemplos elocuentes por su destreza, que no es si no resultado de la depuración que este tipo de intercambios entre músicas de identidad tan enraizadas han generado.

Por un lado el heredero de las formas de Camarón, el madrileño Diego "El Cigala" que con "Lágrimas Negras" (2003) en colaboración con el pianista cubano Bebo Valdés unió el flamenco con sonidos caribeños; y por otro lado Pitingo, que en su espectáculo teatral "Soulería" ha embriagado de soul, blues y pop clásicos como el Killing Me Softly With His Song que cantó Roberta Flack... ¿Quién da más?. Espero que muchos y sigamos creciendo.






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